domingo, 8 de septiembre de 2013

No siempre lo que se acaba es bueno.

Planeé un verano genial, tan maravilloso que hasta era de película. Pero es que las películas son cuentos y los cuentos -no sé si nunca, pero al menos no muchas veces- se cumplen.
La verdad es que a pesar de esto no me puedo quejar. He visto atardeceres preciosos y he descubierto que desde mi cama se ven las estrellas... No tengo nada de lo que arrepentirme. Pero es que no sé si eso es algo de lo que alegrarse.
Qué curioso, aunque tengamos doce meses al año, trescientos sesenta y cinco días en total, siempre ponemos las expectativas en esta estación.
Tengo que reconocer que no sé qué esperaba de estos meses. Quizá conocer a algún poeta que me hiciera su musa o tener uno de esos sonados amores de verano... Quién sabe, yo nunca sé. Puede que pensara vivir una historia digna de escribir un diario como el de Noah o quizá creía que haría un amigo con pijama de rayas. Eso si, he conseguido visitar la calle Melancolía.